Hay una impresión generalizada entre los investigadores del sueño y en los profesionales de la salud de que la actual pandemia está afectando a nuestros sueños y está incrementando las pesadillas, tal y como si se tratara de una forma de suceso traumatizante. Por ello varios investigadores han puesto en marcha estudios para conocer este fenómeno. Además lo que está sucediendo es una oportunidad para analizar la función de los sueños y mejorar el tratamiento de algunos trastornos.
En estos días hay muchos factores que pueden influir sobre nuestros sueños. Por una parte, el confinamiento ha cambiado nuestros hábitos de sueño. Hay personas que no están trabajando o están teletrabajando y que disponen de más tiempo para dormir, o que tienen menos actividad física y mental que les produce menos cansancio, o que han dejado sus rutinas horarias en manos de un cierto descontrol, o que sufren de un fuerte estrés laboral por trabajar en un sector esencial, o una fuerte ansiedad por haberse quedado sin trabajo y pasar por dificultades económicas, o que tienen algún familiar afectado o que incluso han visto fallecer a alguna persona relevante. Han aumentado además las preocupaciones por nuestra situación personal, de nuestra familia, de nuestros amigos, por el futuro económico y por los cambios sociales que pueden venir. Estos cambios y preocupaciones pueden colarse en nuestros sueños y convertirse en pesadillas.
Por otra parte, la información que nos llega nos está produciendo estrés y ansiedad, reacciones lógicas de nuestro organismo que lo preparan para hacer frente a esta amenaza. El estrés y la ansiedad aumentan nuestro estado de alerta y nos permiten estar más atentos a lo que ocurre a nuestro alrededor. Ahora abrir una puerta, pulsar un botón del ascensor o viajar junto a otras personas ya no es algo que hacemos con el piloto automático, ponemos en ello toda nuestra atención para evitar una contaminación con el virus. Nuestro organismo también está más preparado para el ataque o la huida ante una amenaza inminente. Si alguien tose en nuestra cara se puede esperar una respuesta airada o incluso agresiva con la que responder a la amenaza de contagio. Son respuestas evolutivamente normales, adaptadas a la supervivencia de los humanos como especie.
Una de las posibles funciones del sueño es el procesamiento de emociones como la ansiedad o el miedo. También los sueños suelen hacerse eco de nuestras preocupaciones. Por ello se esperaba que estos factores, junto con el bombardeo constante de información sobre una amenaza inminente de muerte, iba a producir un efecto en los sueños similar al que se produce en una situación traumatizante. Algunas personas, después de pasar por un suceso que amenaza sus vidas sufren un Trastorno de Estrés Postraumático (TEP). Las personas con TEP padecen de forma continua flashbacks y pesadillas que traen el recuerdo de lo sucedido con gran viveza. Las pesadillas se producen cuando la función del sueño de aplacar las emociones falla. Con el tiempo las pesadillas van cambiando y se vuelven más simbólicas, pero pueden durar años o no desaparecer, provocando malestar que puede extenderse a lo largo del día. Esta situación que vivimos parece que debería tener en nosotros un efecto similar al TEP, haciéndonos tener pesadillas.
Por todo ello, no es de extrañar que algunos investigadores (1) afirmen que se ha incrementado el recuerdo de los sueños un 35%, que tenemos un 15% más de sueños negativos, y que han aumentado las pesadillas y las parasomnias.
Por tanto, la pregunta obligada es: ¿Es cierto que los sueños de ahora son distintos de los habituales?
Un estudio que estoy realizando está aportando datos sorprendentes. El estudio comparó las respuestas de un grupo de 486 personas unos años antes de la crisis del Covid19 (grupo SIN) con las de otro grupo de 616 personas durante la crisis del coronavirus (grupo Covid). A los dos grupos se les pasó un test para valorar el nivel de ansiedad cuando despertaron y se les hizo preguntas sobre sus sueños. Al grupo Covid se le hizo además algunas preguntas sobre su percepción de la pandemia.
Dos aspectos están resultando muy curiosos. El primero es que no se están produciendo más pesadillas con el Covid-19. En el grupo SIN, el 3,1% de los sueños fueron pesadillas. Esto quiere decir que cada día 3 personas de cada 100 se despiertan con una pesadilla. Aunque pueda parecer un porcentaje bajo, el número de personas afectadas es muy grande a nivel de población, y esto ocurriría 365 días al año. Cabría esperar además que el porcentaje aun fuera mayor en el grupo Covid. Pero no lo fué. Una vez eliminados aquellos aspectos que hacían a los grupos diferentes, como la edad, horas que habían dormido, etc., no se encontraron diferencias significativas. En esta investigación se ha definido pesadilla como un sueño que es bien recordado, que causa miedo o ansiedad y que llega a despertar al soñante.
¿Qué datos apoyan este resultado?
- El grupo Covid recordó menos sus sueños. Un 10% más de personas del grupo Covid dijo no recordar nada de su sueño.
- Tampoco dijeron que sus sueños les provocaron más miedo o ansiedad. Los dos grupos obtuvieron datos similares cuando se les preguntó específicamente por ello.
- Cuando se les preguntó directamente si su sueño fue una pesadilla no dijeron más que sí. También aquí los datos fueron similares. El 12% de las personas calificó su sueño como una pesadilla. Esto son cuatro veces más pesadillas que el criterio técnico que se ha utilizado en el estudio.
- Tampoco soñaron más con temas repetitivos. En los sueños en los que se repiten cosas son con frecuencia pesadillas, como ocurre en el TEP.
Pero no todo ha sido tan normal, hay un segundo resultado llamativo. Cuando los dos grupos respondieron al test de ansiedad al despertar (CEAD) no obtuvieron puntuaciones parecidas. Eliminados también aquellos aspectos que hacían a los grupos diferentes, el grupo Covid había aumentado un 4,9% su nivel de ansiedad. Podría parecer poco, y poco perceptible, pero no lo es. Esta ansiedad no se distribuye de forma uniforme, y a algunos nos tocará más y a otros menos. Habrá personas que incluso hayan bajado su ansiedad con el confinamiento al no llevar la vida estresada que llevaban. Otros, como el personal sanitario o de servicios esenciales habrá tenido un aumento de la ansiedad al despertar notable.
¿Y cómo influye esta ansiedad en los sueños que estamos teniendo? Existe relación entre la ansiedad que una persona tiene cuando se despierta y los sueños que ha tenido. Los sueños preceden al despertar y lo que haya ocurrido en el último sueño que recordemos dejará su efecto sobre nuestro despertar, incluso si no lo recordamos. De hecho, hay la misma ansiedad entre los que recuerdan y los que no recuerdan (2). Pues al aumentar la ansiedad podemos esperar que en nuestros sueños ocurran una o varias de estas cosas (3, 4):
- Que nosotros, como personaje del sueño, tengamos más sentimientos negativos como tristeza o angustia.
- Que aparezcamos inapropiados socialmente, como por estar desnudos o hacer algo inadecuado.
- Que seamos atacados por animales o personas, y tengamos que huir o defendernos.
- Que aparezcan personajes que nos hagan sentir mal, como dificultándonos hacer un examen.
- Que haya víctimas, por una agresión, desastre natural, enfermedad, etc.
- Que nos sintamos desconcertados por lo que ocurre en el sueño.
Las conclusiones que se pueden sacar es que no hay más pesadillas con la crisis del Covid-19 pero que nuestra ansiedad al despertar ha sido algo mayor. Nuestros sueños han podido por ello modificarse y quizá como dice alguna teoría, nos esté ayudando a afrontar mejor la amenaza (5) y a procesar mejor tanta emoción negativa (6). Son buenas noticias porque a nivel general no parece que se esté produciendo un efecto traumatizante, y que tampoco vaya a dejar secuelas sobre la población. Así que saldremos de ésta airosos. Al menos la mayoría. Como los resultados no se distribuyen por igual, habrá personas que hayan estado más expuestas o que sean más vulnerables que puedan desarrollar un TEP. Estoy pensando en el personal sanitario o en enfermos hospitalizados por ejemplo. Las personas que a raíz de esta crisis hayan sufrido cambios en su personalidad, tengan problemas en sus relaciones sociales, problemas de atención, revivan escenas que han vivido durante la crisis o tengan pesadillas, deberían consultar sus síntomas con un profesional.
No quiero dejar pasar la ocasión sin mostrar mi agradecimiento a las cientos de personas que han hecho posible esta investigación respondiendo al cuestionario que se distribuyó por Internet. Su aportación se presentará en un avance de resultados en el próximo congreso de la European Sleep Research Society y los resultados definitivos en una revista internacional.
Referencias
(1) Renner R. The pandemic is giving people vivid, unusual dreams. Here’s why. National Geographic 2020 April 15.
(2) Saez-Uribarri I. Recalling your dreams won’t make you nervous in the morning. Sleep Med 2013;14(Suplement 1):e254-e254.
(3) Saez-Uribarri I. La ansiedad al despertar y las características de los personajes de los sueños. Vigilia-Sueño 2008;20(2):61-72.
(4) Saez-Uribarri I, Oberst U. Attributes of the Dream Self related to anxiety upon awakening and its dimensionality. International Journal of Dream Research 2020:29-39.
(5) Revonsuo A. The reinterpretation of dreams: An evolutionary hypothesis of the function of dreaming. Behav Brain Sci 2000;23(06):877-901.
(6) Yu CK. Emotions before, during, and after dreaming sleep. Dreaming 2007;17(2):73-86.